La incertidumbre sobre el futuro siempre ha sido algo que me aturde.
Puede llegar a bloquear y presente y lo sé, eso no es bueno.
Estamos en el año del 3, ese que marca un antes y un después en una mujer.
Muchas me dirán que viene lo mejor pero, también sabemos que es la edad de hacer balance.
Parece que toca cerrar "ejercicio contable", hacer balance de la década, calcular lo avances y logros y aunque no hay que presentarlo ha hacienda, si que pasa al peor de los auditores: nosotros mismos.
Nadie nos obliga a rellenar ningún listado de logros pero psicologicamente sentimos como si cruzasemos una barrera, como si pasasemos de fase, o como si ascendiesemos independientemente de si cumplimos los requisitos mínimos. Caen, tocan y no queda otra.
Y así andamos desde que se presenta el año en cuestión, analizando nuestra existencia como si tuviese una importancia muy relevante para la continuidad del mundo o así.
Sintiendonos muchas veces como si no cumpliesemos con los méritos normales de cualquier persona.
Vivienda: temporal
Situación familiar: incierta
Descendencia: 0
Proyectos importantes de futuro: 0
Logros alcanzados: pocos
RESULTADO DE LA DÉCADA: con tareas pendientes
A veces planteas echar a correr para empezar en otro sitio y sentir que has vuelto atrás a corregirlo todo, a hacerlo mejor, a hacer más.
Otras eres realista y sigues viviendo como una persona normal, sin sueños quizá, pero normal.
Otras ves que simplemente no avanzas en tus logros por miedo a fracasar.
O porque te implica desligarte de tu vida actual, dejar personas importantes atrás y emprender un camino hacia tus sueños sola.
Y mientras todo esto ronda mi cabeza, aquí sigo, viendo la vida pasar, sintiendo que no la aprovecho, a pesar de saber que solo hay una y que no hay marcha atrás.